Animando desde Oriente (V): Detective Conan, de Gosho Aoyama

18 agosto, 2015

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El mundo de la animación oriental, especialmente el denominado anime, en su versión televisiva, o manga, en su versión cómic, procedentes ambos de Japón, ha gozado de cierto éxito en nuestras tierras gracias, principalmente, a la llegada de algunos de sus seriales a nuestros países desde los años setenta y ochenta hasta la actualidad. Una muestra de algunas de las más populares en España son las siguientes: los trabajos de Isao Takahata, a quien ya nos hemos referido en esta sección, Heidi (1974) y Marco (1976); la célebre creación de Akira Toriyama, Dragon Ball (1986-1989) y su secuela, Dragon Ball Z (1989-1996); Los caballeros del Zodiaco (1986-1989, la primera serie de la franquicia), de Masami Kurumada; o la sempiterna Doraemon (1973-presente, con pausas), ideada por Fujiko Fujio y Hiroshi Fujimoto. En los años noventa, y también a principios ya del nuevo milenio, se siguió la tendencia de expansión, con otras series que han seguido marcando hitos entre las nuevas generaciones, que aún pudieron disfrutar de las animaciones antes mencionadas.


Gosho Aoyama
No es nuestra intención realizar una enumeración exhaustiva de las series más reconocidas, aunque cabe mencionar el hecho de que existe una gran diferencia entre la masiva producción japonesa y lo que llega a nuestras fronteras, que cada vez lo hace con menos fuerza. Como sucede con las series americanas, muchas son subtituladas o pirateadas por la red antes de su doblaje, por lo que ante su estreno en España no suele tener la audiencia correspondiente a su éxito, debido entre otras cuestiones al retraso con respecto al estreno original. Eso ha provocado que generalmente las empresas no se arriesguen a traer las grandes series, generalmente dobladas, o que su poco éxito o su excesiva duración haga interrumpir esta producción. Este último caso sea seguramente el que concierne a la franquicia a la que nos acercamos hoy: Detective Conan. Creada por Gosho Aoyama (1963-) como un manga en 1994 para la revista Shonen Sunday, ganó popularidad con rapidez y en apenas dos años consiguió su adaptación televisiva, que se iniciaría el 8 de enero de 1996. Ambas producciones siguen hasta la actualidad y no parecen tener fecha de finalización, pese a que su creador ya haya confirmado saber cómo quiere concluir su historia. Al haber continuado por más de veinte años con un ritmo corriente de producción, con algunas pausas comprensibles, les ha hecho superar los 700 episodios como anime y los 80 volúmenes (en torno a diez capítulos por cada uno) manga.

El argumento en que se asienta parte de una premisa peculiar para después adentrarse en una serie de aventuras de corte negro, es decir, detectivesco y policial, con carácter autoconclusivo en su mayoría, al estilo de seriales como Colombo (1968-2003), CSI (2000-) y derivados. Quizás la reciente Forever (2014-2015) sería más similar por partir también de la idea de un protagonista con una característica especial. El protagonista es un joven detective llamado Shinichi Kudo, que a sus 17 años se ha convertido en una eminencia, ayudando en muchas ocasiones a la policía con casos difíciles.


Desde pequeño ha estado vinculado al mundo del misterio, tanto por su padre, novelista de este tipo de historias, como por el tipo de educación que ha recibido, bastante relajada y muy cercana a la cultura, a los libros de suspense y crímenes así como a aprender diversas habilidades que resultarían extrañas para un adolescente normal, como saber disparar, conducir o pilotar aviones (en gran medida, excusas introducidas por su creador para permitirle salvar la situación). Sin embargo, nunca pierde oportunidad de mostrar sus grandes habilidades deductivas, por lo que resulta arrogante, y, por contrapartida a sus buenas habilidades tanto deportivas (en fútbol) e inteligencia, canta mal.

Sin embargo, su vida se complica cuando un día, justo en el inicio de la historia de manga y anime, mientras estaba en una cita con Ran Mouri, la chica de la que está enamorado en secreto desde su infancia, se ve envuelto en una extraña transacción con hombres de negro que, al descubrirle, le obligan a tomar un veneno para acabar con él. Sin embargo, al despertar, Shinichi descubre que, lejos de haber fallecido, ha rejuvenecido diez años, convirtiéndose en un niño, pero manteniendo todas sus habilidades e inteligencia de adulto.


Con esta situación, decide adoptar una identidad falsa, Conan Edogawa (en honor a los autores Arthur Conan Doyle y Ranpo Edogawa), y de esta forma convivirá con Ran y su padre, Kogoro, un detective privado, con el fin de conseguir más pistas en torno a los misteriosos hombres de negro que le encogieron. No obstante, mantendrá su auténtica identidad en secreto para no implicar a las personas que quiere, ya que la Organización a la que se enfrenta debe creer que Kudo ha fallecido.

Con la ayuda de una serie de variopintos inventos, al estilo de los artilugios empleados por espías como en la franquicia de James Bond, creados por su vecino, el profesor Agasa (muy similar en aspecto al Watson clásico), conseguirá suplir las desventajas de su actual estado. De esa forma, comienzan toda una serie de casos, en su mayoría de asesinatos, donde se verán implicados a través de la agencia de Kogoro o de forma casual. A pesar de que el padre de Ran es inepto como investigador, Shinichi se encargará de resolver todos sus casos y encontrar siempre al asesino, mientras se mantiene atento a cualquier pista sobre los hombres de negro.

En esta larga historia, se avanzará de forma lenta en este argumento principal, el de la investigación de la misteriosa organización. Sin duda, lo mejor de la serie, en cuanto a que conlleva más esfuerzo por parte de Aoyama para sorprender, y de donde surgen también la mayoría de personajes nuevos que ganan frecuencia en la franquicia. No debemos olvidar que, quitando estos episodios, la mayoría son casos sueltos con personajes creados para la ocasión.

En este sentido, se puede notar el desgaste o la repetición de casos, como la predilección por aquellos en que la puerta donde se ha cometido un asesinato se ha cerrado desde dentro, o los homicidios con una planificación elevada. Sin embargo, para los amantes de este tipo de historias y del anime, es una historia entretenida, imaginativa y con algunos casos muy impresionantes.


Así pues, debemos destacar la buena preparación para los casos que continúan el argumento principal o aquellos que introducen nuevos personajes recurrentes a la historia, aunque estos se diluyen bastante en un conjunto de arcos autoconclusivos que conforman el grueso de la producción. Detective Conan bebe del misterio y de las figuras clásicas, destacando la de Sherlock Holmes desde el principio, tanto en el aspecto de los personajes como en algunas de las tramas o ciertas actitudes paralelas entre ambos personajes.

Podemos destacar como el primer capítulo del manga denominaba al protagonista, Shinichi, como el Sherlock Holmes de los 90, aunque Aoyama no podía prever que la historia tuviera el considerable éxito que ha obtenido y que ha provocado su larga duración. Este hecho también ha provocado la evolución social y tecnológica de los personajes, pero, a pesar de que se introducen avances como el predominio de la telefonía móvil (en un inicio, por ejemplo,Conan usaba una antigua cabina telefónica, mientras que en la actualidad tiene un móvil), realmente no hay una concreción del tiempo que ha transcurrido desde que se convierte en niño hasta la actualidad, algo que sí sucedía al inicio (con alguna mención a las semanas, por ejemplo).


No obstante, de corresponderse al número de casos, ya habría pasado demasiado tiempo como para mantener la misma edad. Ahora bien, sucede lo mismo en otras series de animación, ahí tenemos el claro ejemplo de Los Simpson. Al igual que la serie de Groening, el dibujo también se ha estilizado y se ha ido incorporando el uso del ordenador a la producción. En este sentido, incluso se ha comenzado una reedición de algunos capítulos clave para mejorar su aspecto en alta definición y nuevo dibujo.

En este nivel técnico, también podemos observar algunos cambios de perspectiva inadecuados, que ocasionan que los personajes niños, principalmente Conan, parezcan más grandes o más pequeños según la ocasión. Por otra parte, algo evidente en Gosho Aoyama es que crea a sus personajes principales muy similares entre sí. Aprovechando el éxito de Detective Conan, no dudó en incorporar o, incluso, relanzar a otros de sus personajes, como el mago-ladrón Kaito Kid (muy parecido físicamente a Shinichi, con historia propia en Magic Kaito), o alguna mención a Yaiba, que se incorpora como personaje de ficción dentro de la serie.

Evolución del dibujo desde el primer capítulo (arriba) y capítulos más actuales (abajo)
Como aspectos negativos, hay cierta carga de factor infantil por la evidente situación del personaje, al tener compañeros de clase que conforman una especie de club de detectives. Pero no nos podemos equivocar como sucede con estas series de dibujos animados, dado que no están destinados a niños, en todo caso su público objetivo son los preadolescentes o los adolescentes, por los temas que se tratan. Por ello, precisamente, la situaciones más infantiles pueden resultar más irritantes con el paso del tiempo. La reiteración continua de casos en lugar del avance argumental o el evidente parecido de Conan con Shinichi en su infancia, al ser obviamente la misma persona, que solo se disimula, al estilo Superman, con las gafas, dan cierta sensación irrisoria en cuanto a cómo no es reconocido, aunque Aoyama hace todas sus esfuerzos, enrevesados en mayoría, para impedirlo.

También se incluye esquemas que ya no resultan nada novedosos a nivel de entramado y que, incluso, pueden llegar a hastiar (la serie se burla de sí misma sobre estos aspectos): asesinatos allá por donde los personajes van, motivos poco convincentes para cometer un crimen o la evidente falta del paso del tiempo. Además, para los espectadores occidentales, hay cuestiones relativas a costumbres japonesas o al idioma japonés, como la mayoría de acertijos puestos a los niños para que también los resuelva el espectador, que resulta una barrera insalvable, salvo que se tengan suficientes conocimientos.


La fama de este personaje y sus historias siguen siendo rentables al estudio y a su creador, que no dudan en proseguir alargándolo y creando toda una serie de productos derivados año tras año. Además del manga, que en España ha sido publicado por Planeta DeAgostini hasta convertirse en la serie más larga, superando a Saint Seya, y del anime, que ha sido doblado en español hasta casi los cuatrocientos episodios y distribuido en distintas canales, también podemos encontrar toda una serie de películas que sirven para crear casos más amplios y con más ocasiones para la acción, menos usual en la serie; hasta el momento, se han producido 19 películas desde 1997.

Respecto a estos films, todos tienen la misma estructura técnica, con una presentación de personajes y situación general, aunque cada caso es distinto. También hay una película especial que realiza un crossover entre esta serie y Lupin III, así como algunas producciones con actores de verdad, denominadas Live Action. Además, también se pueden encontrar videojuegos y volúmenes especiales del manga realizados por colaboradores de Aoyama.


Ante una serie tan amplia, resulta muy complicado hacer un comentario exhaustivo, por lo que esta presentación puede servir para acercaros al personaje. Aunque no sea una producción excesivamente adulta, sino más bien adolescente, resultará atractivo para quienes sean aficionados a las historias de misterio detectivesco, en lo que más destaca Detective Conan. Nuestra recomendación es acercarse a su inicio y disfrutar de sus casos, y una vez satisfechos, se puede optar por buscar, dentro de su gran cantidad de capítulos, todos los referentes al avance de la trama, que además suelen ser los episodios más elaborados. El mundo al que os queremos abrir las puertas hoy es bastante grande, pero con la afición al género, no podéis perderos esta pieza de la animación japonesa.


Escrito por Luis J. del Castillo



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