El canto del cuco, de Robert Galbraith

12 septiembre, 2015

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Detrás de la visión idealista de los detectives clásicos, como Sherlock Holmes o Hercules Poirot, o de las impresionantes investigaciones televisivas, al estilo CSI, nos encontramos con una realidad más cruda. La vida de un detective privado se aleja de todo ese idealismo, de los grandes crímenes y sus brillantes resoluciones, para centrarse en cosas tan cotidianas como aburridas: facturas que pagar, persecuciones a amantes, clientes despechados, falta de autoridad, falta de recursos y, sobre todo, falta de pasión. 

Esa era la vida de Cormoran Strike, a punto de la bancarrota, abandonado por su prometida, y sin perspectivas de futuro, hasta que la visita del abogado John Bristhow lo lleva a investigar el supuesto suicidio de la supermodelo Lula Landry, hermana adoptiva de Bristow. A partir de entonces, Strike comenzará a indagar en un mundo que le resulta ajeno, al que no pertenece, y descubriendo gradualmente que la muerte de la bella Landry sigue envuelta en un halo de misterio y de mentiras. De la misma forma que esta novela nos conduce a la verdad de una muerte, su autor tampoco es lo que aparenta. 

Tras la identidad de Robert Galbraith, escritor de El canto del cuco (2013), se encuentra J.K. Rowling, autora de la célebre saga del mago Harry Potter, en su segunda aventura dentro de lo que se ha llamado literatura para adultos, tras la menos valorada Una vacante imprevista (The Casual Vacancy, 2012). Tras abandonar el mundo de la fantasía, Rowling se adentra en las tramas policiacas, en la novela negra, con un estilo sobrio en cuanto al tema, y detallista en cuanto a la forma.

Se aleja así de la corriente más actual de crear acción trepidante, más alejadas de los métodos de deducción clásicos. Tampoco se relaciona con las grandes conspiraciones que triunfaron hace unos años, al estilo de las obras de Dan Brown, con El código Da Vinci (2003). Rowling se acerca más a heredar el estilo de Conan Doyle o Agatha Christie en un ambiente actual que a adentrarse en modas más actuales. Este hecho puede resultar contraproducente para lectores que busquen una trama trepidante, más cercana a grandes acontecimientos, dado que nos encontramos ante un asesinato de cierto carácter mediático pero cuya investigación radica en la meticulosidad y en los interrogatorios que componen la gran parte del libro.

J.K. Rowling, autora tras el seudónimo Robert Galbraith
"La nada", pensó Strike, distraído por un segundo. Había dormido mal. "La nada" era donde Lula Landry había ido y adonde todos ellos, él y Rochelle incluidos, se dirigían. A veces, la enfermedad se convertía poco a poco en la nada, tal y como le estaba ocurriendo a la madre de Bristow... A veces, la nada llegaba hasta ti de repente, como una calle de hormigón que te parte el cráneo en dos. (pág. 287)

Se produce así un ritmo lento, centrado en los diálogos que suelen referirse generalmente a los sucesos del día en que Lula se precipitó al vacío, en ocasiones repitiéndose las declaraciones al coincidir con las versiones de otros personajes. Esta característica de la novela, que puede resultar tediosa, nos da la clave de la investigación. Si al igual que Cormoran procediéramos a apuntar todos los detalles que los personajes nos proporcionan, comenzaríamos a ver las incoherencias entre las distintas versiones, algo que el narrador no comparte con nosotros salvo al final, para revelar al asesino a través de Strike. En este sentido, nos traslada a una deducción a la que podríamos llegar como lectores, aunque a la vez se juegue con la sospecha hacia distintos candidatos, en la típica estrategia del ¿quién lo hizo?

Una propuesta que se une al clásico pensamiento, de corte positivista, de que la verdad siempre sale a la luz, idea que, aunque no se revele como tal, está presente en todas estas historias policíacas donde el criminal es descubierto. Un ejemplo claro lo podemos ver en el manga Detective Conan, en el que se recurre literalmente a este ideal. Por otra parte, Rowling recrea con detalle los entresijos londinenses, desde los barrios más pudientes hasta los pubs más recónditos, todo en correlación a los personajes interrogados, un conjunto de estrellas de rock, diseñadores, modelos, millonarios, cineastas, guardas de seguridad, policías, drogadictos (en rehabilitación), chóferes y demás personajes relacionados con la vida de Lula Landry. En algunos casos, recurriendo a ciertos clichés. Hacemos notar también el repudio hacia la prensa sensacionalista, cuestión que también estuvo presente en novelas anteriores de la autora.

Picadilly Circus, estatua de Eros
[...] no habían sido mujeres como Lucy ni como su tía Joan. No habían mostrado la lógica precaución ante la violencia y el azar, no se habían atado a la vida con hipotecas y trabajos voluntarios, la seguridad de un esposo y personas a su cargo de rostros limpios. Sus muertes, por tanto, no estaban catalogadas como "trágicas", igual que las de las amas de casa serias respetables. Qué fácil era sacar provecho de la inclinación de una persona por la autodestrucción, qué sencillo impulsarla a la no existencia y, después, alejarse, encogerse de hombros y decir que había sido el inevitable resultado de una vida caótica y catastrófica. (pág. 467)

Pero el mundo exterior no es el único aspecto que se trabaja en la novela, también se realiza una profundización sobre la historia personal de Cormoran a través de sus reflexiones y su actitud. Con una familia distante, un pasado de nomadismo, un accidente en el ejército que lo dejó sin pierna y una tormentosa relación de idas y venidas con su prometida, Charlotte, que será una sombra constante en la novela. Con buena capacidad deductiva y hombre meticuloso gracias a su trabajo en el cuerpo de investigación del ejército británico, por lo que se decidió a ser detective. Suele velar su vida privada y simular ante sus conocidos. En definitiva, un hombre reservado con el que la autora realizará un juego de contrarios con respecto a su secretaria temporal Robin. A diferencia de otras novelas similares del género, Robin no se convierte en los ojos del lector, sino que, por el contrario, el lector sabe generalmente más que la secretaria en torno al caso o a la vida de su jefe.

Ella es una joven enamorada y prometida de un contable que busca un trabajo temporal hasta encontrar algo fijo como secretaria. No obstante, pese a una primera impresión negativa, Cormoran supondrá el principio de un sueño a cumplir desde su infancia: investigar crímenes como los célebres detectives. Un personaje cuya presencia está algo desaprovechada, pero que permite un buen contrapunto a Strike al tener una vida idílica, que en cierta forma comienza a enturbiarse al trabajar en el despacho del protagonista. Los diálogos entre ambos, aunque resulten extraños por no corresponderse generalmente con sus pensamientos, sí funcionan en su realismo, al mostrarnos en cierta medida cómo nos expresamos en ocasiones, contradiciendo nuestra ganas de contar algo por nuestro enfado o molestia con la otra persona. 


Este primer caso de Cormoran reconstruye una y otra vez la caída de Lula al vacío y, al final, quizás después de presentarnos a tantos personajes, queda cojo de cierta reacción por parte de gran parte de los implicados. No obstante, no es la última vez que veremos al detective ni a su secretaria, dado que ya hay continuación en El gusano de seda (The Silkworm, 2014) y en la siguiente entrega, a publicar este año 2015, Career of Evil. Por otra parte, hemos notado una traducción ajustada, aunque con ciertos equívocos, como la confusión entre el concepto de soborno con el de chantaje.

En definitiva, una obra donde todos los datos son importantes, una introducción de Rowling al mundo de la novela negra que no se solventa con originalidad, aunque sí con una propuesta firme que remite a una metodología clásica y habitual dentro del género. Un entretenido caso cuyos entresijos quizás puedan resultar cargantes, pero que revela que, en el caso de Rowling, hay vida más allá de la magia, aunque quizás no de forma tan relevante.

Escrito por Luis J. del Castillo


1 comentario :

  1. Hola :) Me llama bastante pero le tengo miedo, por que sé que no estará a la altura de lo que J.K. representa para muchos. En algún momento le hincaré el diente, por lo que dices puede gustarme, pero creo que ahora mismo no debo leerla o me arrepentiré. Queda pendiente, gracias por el análisis. Un abrazo^^

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