Música Inolvidable (XXIII): Les Luthiers

12 junio, 2014

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Aunque las creaciones del grupo cómico argentino Les Luthiers son tanto musicales como visuales, lo incluimos en nuestro apartado melómano por ser la música un elemento expresivo insustituible, definidor y sumamente original de su ¡copiosa! producción.

De hecho, la aparición en el mercado de muchos trabajos de Les Luthiers en formato DVD permitió redescubrir el singular e inimitable (seguramente) talento del conjunto, fundado por el malogrado Gerardo Masana (que falleció de leucemia a los 36 años, pero a quien se recuerda en todos los créditos).


De hecho, los que conservamos las ediciones en CD distribuidas por BMG/Ariola, que contenían muchos de los “grandes hitos” de Les Luthiers, con preferencia por el aspecto “vocal”, recordamos cómo estimulábamos la imaginación “visualizando” esa otra parte invisible, con ayuda de las explicaciones de los libretos contenidos en dichos compactos. Ahí quedan, como un curioso tesoro más.


En la mayoría de obras editadas en DVD se cruzan números que forman parte de espectáculos anteriores –dejando al margen las propinas “fuera de programa”-, pero el conjunto formado por Carlos López Puccio (1946), Jorge Maronna (1948), Marcos Mundstock (1942), Carlos Núñez Cortés (1942) y Daniel Rabinovich (1943) -y hasta 1986 por Ernesto Acher (1939)-, no ha dejado de elaborar nuevos repertorios con los que deleitar y divertir al público. Un humor construido sobre un poso cultural, alejado de lo chabacano. Y aunque sigo teniendo mis dudas de que el lenguaje sirva para entenderse siempre y en cada momento, lo que sí queda claro gracias a Les Luthiers, es que al menos sirve para reírse. Los malentendidos que intermitente e inevitablemente van surgiendo son, bajo el prisma de Les Luthiers, el reflejo de la vida vista en toda su hilaridad.

Los premios Mastropiero (2006)
Sustrato y sustento del grupo –en uno de los mejores ejemplos de feedback artístico que se recuerdan-, es el divertido y controvertido compositor Johann Sebastian Mastropiero (¿1890-?), en modo alguno una burla hacia los compositores clásicos, sino más bien un cariñoso y “empático” sucedáneo de su mundo, un tirón de orejas –ahora sí- hacia determinados aspectos y posicionamientos musicológicos y críticos, más característicos del siglo XX y, si me permiten la expresión, un “canto sui generis a la música de género” (no solo la ópera, incluidos los recitativos, sino también el madrigal, la sonata, la música para cine, para documental, la payada, la cantata, la zarzuela, el bolero, el “explicao” o “gato” asociados con la gauchesca, la música de cámara, hasta un ballet).

Todo un repertorio sostenido por una provisión de instrumentos manufacturados (“informales”), que entonan desde la mofa ganada a pulso por los gobiernos demagógicos y populistas (Vote a Ortega en Viegésimo aniversario, 1987; La comisión en Bromato de armonio, 1998), hasta la banalización del arte servida por los medios, Los premios Mastropiero (2006), en feliz paráfrasis de todos los estilos musicales.


Ya el antológico Concierto Mpkstroff para piano y orquesta (Viejos fracasos, 1977: los años se corresponden a las fechas de grabación del sketch, no a la de su creación), refrenda que la parte visual es, en Les Luthiers, tan fundamental como la sonora, con una marcada preferencia por la mímica. De igual modo, podemos destacar las piezas El asesino misterioso, La bella y graciosa moza marchose a lavar la ropa –antológica creación que facilitamos en este artículo-, y Visita a la Universidad de Wildstone (Mastropiero que nunca, 1979); La gallina dijo Eureka y las Cartas de color (Les Luthiers hacen muchas gracias de nada, 1980); el Bolero de los Celos y el genial Cuarteto opus. 44 para quinteto, donde de nuevo se fusionan música, lengua y mímica (Lutherías, 1981); el soberbio “Entreteniciencia” familiar y una inolvidable Música y costumbres de Makanoa (Suite “cocofónica”) (Por humor al arte, 1983); Quien conociera a María amaría a María y el Romance del joven conde, la sirena, el pájaro cucú y la oveja (Viegésimo aniversario, 1987); La hora de la nostalgia (El reír de los cantares, 1989, preservado por “los pelos” por medio de una grabación de poca calidad visual y algunos cortes, pero de nuevo, un documento inapreciable); o los “recopilatorios” Grandes hitos (1995) y Chist (2012).


Excelente es también Todo por que rías (2000), con creaciones como Radio Tertulia, la Serenata Tímida y las Loas al cuarto de baño. Una década que se cierra con otro excelente espectáculo, Lutherapia (2009), que contiene una tronchante Cumbia epistemológica, un lúdico-telúrico Exorcismo sinfónico-coral y una descuajaringante Aria agraria (Tarareo conceptual), en un compendio que alcanza de nuevo el nivel de la excelencia (con títulos que además, y según costumbre, se benefician de unos subtítulos cómico-explicativos).

Lutherapia (2009)
De entre todo el bagaje legado –y en curso- por Les Luthiers, seleccionamos tres piezas maestras. El genial madrigal La bella y graciosa moza marchose a lavar la ropa, perteneciente al espectáculo Mastropiero que nunca (1979); el igualmente citado Cuarteto op. 44 para quinteto de Lutherías (1981), retomado en Humor, dulce hogar (1986); y finalmente, la desopilante El sendero de Warren Sánchez (Salmos sectarios), de Viegésimo aniversario (1987), igualmente sito en Grandes hitos (1995) y espectáculo cuya representación para un especial de TVE favoreció la difusión del talento del grupo en España.

Humor musical, visual, léxico-semántico, morfo-sintáctico y fonético, siempre en continuo pleonasmo con la lengua, Les Luthiers es ese conjunto de grandes artistas que nos ha recordado la importancia de una preposición, el valor de una onomatopeya a tiempo, o de una conjunción a destiempo, y el alcance de la pronunciación y entonación de un idioma.


Escrito por Javier C. Aguilera


1 comentario :

  1. Les Luthiers me encantan, anda que no han conseguido veces hacer que cambie mi humor y sacarme una sonrisa incluso habiendo visto ya el número que representaban por ser una grabación.
    Da igual, son magníficos
    Besos

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